HUMOR

¿Qué sufren los contadores, a diferencia de los demás seres humanos?
 Depreciación.

¿Por qué un Contador no puede contar ovejas para dormir?
Porque la última vez perdió a dos y se demoró tres horas en poder justificarlo en las conciliaciones.

De administradores...
Un Licenciado en Administración pasa una semana en su nueva oficina con el Gerente al que va a reemplazar. El último día, antes de marcharse, le cuenta que le dejó dos sobres en el escritorio y que el primer sobre debe ser abierto si sufre algún tipo de crisis con la empresa y el segundo sobre, si ocurre una crisis más adelante.
Tres meses más adelante ocurre una crisis mayor, todos los empleados estaban equivocados (lo usual) y el Administrador se sintió amenazado por la situación. El recordó las palabras de su predecesor y buscó y abrió el primer sobre. El mensaje adentro decía “cúlpame”. Él lo hizo y se salvó de las consecuencias.
Tres meses después, en su próxima crisis abrió el segundo sobre. El mensaje adentro decía “escribe dos sobres"


-SAN PEDRO: ¿ADMINISTRADOR?
Había una vez en un pueblo, dos hombres que se llamaban Joaquín González.
Uno era sacerdote y el otro era taxista.
Quiere el destino que los dos mueran el mismo día. Entonces llegan al cielo, donde les espera San Pedro, que le pregunta al primero que se presenta:
-¿Tu nombre?
- Joaquín González
- ¿Sacerdote?
- No, no; el taxista

San Pedro consulta su planilla y dice:
- Bueno, te has ganado el Paraíso. Te corresponden estas túnicas de seda con hilo de oro y esta vara de oro con incrustaciones de rubíes. Puedes pasar.
- Gracias, gracias.  Dice el taxista.

Pasan dos personas más y luego le toca el turno al otro Joaquín, quien había presenciado la entrada de su paisano.
- ¿Tu nombre?
- Joaquín González.
- ¿El sacerdote, verdad?
- Sí.
- Muy bien hijo mío. Te has ganado el paraíso. Te corresponde esta bata de poliéster y esta vara de plástico.
El sacerdote, muy sorprendido, le dice:
- Perdón, no es por presumir, pero. . . debe haber un error.  ¡Yo soy Joaquín González, el   sacerdote!!!
- Sí hijo mío, te has ganados el paraíso, te corresponde la bata de poliéster y la vara de plástico…
- No, no puede ser! – dice el sacerdote- Yo conozco al otro señor, era un taxista, vivía en mi pueblo y, ¡era un desastre como taxista! Se subía a las aceras, chocaba todos los días, una vez se estrelló contra una casa,  conducía muy mal, tiraba los postes de alumbrado, se llevaba todo por delante.
¡Y yo me pasé cincuenta años de mi vida predicando todos los domingos  en la parroquia!
Cómo puede ser que a él le toque una túnica con hilo de oro y  vara de platino y a mi esto? ¡Debe haber un error!
- No, no es ningún error - dice San Pedro.
Lo que pasa es que aquí en el cielo ha llegado la globalización con sus nuevos enfoques administrativos. Nosotros ya no hacemos las evaluaciones como antes.
- ¿Cómo? No entiendo. . .
- Mira, ahora nos manejamos por objetivos y resultados.  Te voy a explicar tu caso y lo entenderás enseguida:
Durante los últimos cincuenta años, cada vez que tú predicabas, la gente se dormía; pero cada vez que el taxista conducía la gente rezaba y se acordaba de Dios.  Entonces, ¿quién vendía más nuestros servicios?...
Nos interesan los resultados hijo mío.  ¡RE-SUL-TA-DOS!!



Usemos con humildad el Conocimiento

Humor Terapéutico
Esta anécdota la protagonizó un hombre muy diferente, el humorista, periodista, político, senador y sobre todo un gran humanista brasileño, Aparicio Torelly Aporelly, más conocido en su patria como El Barón de Itararé, fallecido hace ya varias décadas, cuando joven, este Barón de Itararé, cometió el error de estudiar medicina, por complacer a su familia.Pero esos estudios terminaron cuando ocurrió lo siguiente, lo cual es absolutamente cierto.Un día un profesor que lo detestaba por sus bromas, le preguntó:Torelly, ¿cuántos riñones tenemos?Aparicio le respondió con una sonrisa: Cuatro!¿Cuatro? Dijo incrédulo el profesor. Y para saborear su victoria le dice a su ayudante: Traiga pasto, porque tenemos un burro en la sala de clases.Pero el insolente alumno tampoco se quedó callado: Y a mí que me traiga un café.El catedrático, furioso, lo expulsó del aula para siempre. Aparicio Torelly, agarró sus libros sin enojarse y cuando ya iba para afuera se dio vuelta y con su eterna sonrisa dijo bien fuerte:“Usted me preguntó cuántos riñones tenemos. Tenemos es la primera persona plural del verbo tener. Y nosotros tenemos cuatro riñones, dos usted y dos yo. Hasta luego, que le aproveche el zacate.”Aunque el barón de Itararé se dio cuenta a tiempo que la medicina no era para él, se fue dejando en claro que para triunfar en la vida no basta con ser experto en un tema, también hay que saber expresarse con corrección.
Etiquetas: Cosas curiosas Publicado por Rima en 16:27